Leonard Cohen
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El amante después de todo - Leonard Cohen
Mueres exactamente en esa actitud de burla, inmundo parásito de la vacía ordalía.
Mueres exactamente con ese aspecto, en toda tu diarreica posesión de tu elevado rango.
Tu cieno bajo el sol, agente de la podredumbre en mi gran corazón marinero. Eres tú.
Es tu miserable juicio de mi asunto amoroso.
Una blanca mariposa parpadea como el final de una película doméstica, y me da palabras, y con ella puedo construir un mundo en el que tú puedas menearte, un mundo grande, complejo y verdadero, en el que resultó ser el amante después de todo,
y tú resultas ser tan sólo estúpida, pero perdonada en un granizo de semillas.
¿Cómo puedo ponerte a dormir? ¿Qué piedra tallada, qué inscripción podrían mantenerte yacente? Me detestas porque carezco de temple. Sobre tu fatiga alzamos el emblema de la victoria. lnhalamos profundamente la fragancia de tu rendición.
Es exactamente mediodía. Yo soy la falsa voz del armisticio. ¿Quién espera tras tus ojos idiotas el golpe final?
EL AMANTE DESPUÉS DE TODO
Aunque eres capaz de ser más astuta que yo, no pienso volver a ti. Aunque la pureza de tu amor se vea reafirmada
por el unánime temblor de todas y cada una de las plumas de las huestes celestiales, no tengo intención de volver al hacha
de tu amor. Oh triunfante hombre esposo y rey del lazo de los caballos sin corral, no pienso volver a ti, aunque me retuerza
entre tus brazos y rinda ante tu voluntad la esencia total de mi polvorienta cáscara aquí en este capturado salón del sudor,
jamás pienso regresar, juro por la desgarrada cortina de mi virginidad y el silencio espeso como la sangre entre las palabras
sin puentes, que te mentiré por toda la eternidad; y que jamás seré de nuevo el receptáculo de tu necesidad.