Matsuo Basho
poemas.ar
Haikus de Matsuo Basho
(1644-1694)
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También de noche
me visitó un ladrón
al irse el año.
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Un crisantemo
blanco: Lo admiro: ni una
brizna de polvo.
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En Nara, aroma
de crisantemos. ¡Cuántos
Budas antiguos!
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Araña, digo,
¿en qué voz canturreas?
Viento de otoño.
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Contra mi puerta
muertas hojas de té
que arrastra el viento.
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A un discípulo
Sé tú, no yo,
nunca un melón partido,
mitad idéntica.
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Floreces, viejo
cerezo. Remembranza
de otros días.
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De vuelta a casa
¡Hola!, me dicen.
Soy, como el viejo roble,
el mismo de antes.
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Cierzo invernal.
Qué ásperas las rocas
entre los cedros.
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Gato, tu amante
anda sobre la estufa
tras una cita.
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Cierzo invernal.
Qué ásperas las rocas
entre los cedros.
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Autorretrato
En una rama
desnuda, está posado un cuervo
tarde en otoño.
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Despedida
Oigo un remo que surca las ondas.
Se me encoge el estómago.
Lloro en la noche.
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El mar ya oscuro.
El graznido de un pato,
apenas blanco.
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¡Ve al roble, cómo
está ahí, indiferente
a tanto brote!
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A un amigo que entró en su choza luego de una nevada
¿Prendes el fuego?
Te mostraré una gran
bola de nieve.
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Mi mente evoca
multitud de recuerdos.
¡Estos cerezos!
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El mar picado.
Tendida hacia las islas,
la Vía Láctea.
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La mariposa
vuela en el campo, sola:
sombra bajo el sol.
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¡Cuánta quietud!
La voz de la cigarra
taladra rocas.
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Calladamente
se marchitan las rosas.
Saltan los rápidos.
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En el Santurario de Isé
Noche sin luna.
La tempestad estruja
añosos cedros.
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Fragante orquídea,
mariposa: en sus alas
se quema incienso.
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Racha invernal
disuelta entre bambúes.
Vuelve la calma.
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El cuco. Tras
el soto de bambú
riela la luna.
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Año tras año
en la jeta del mono
la misma máscara.
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Medra el otoño.
¿Cómo puede el vecino
sobrevivir?
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Jardín de invierno.
Hila la luna el canto
de los insectos.
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Viento de otoño
más seco que tus piedras,
Monte Rocoso.
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Tersa nevada.
Los narcisos se doblan
bajo su peso.
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Intenso aroma
de crisantemos, luego
del aguacero.
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Lluvia de estío.
Tras la senda del sol,
los girasoles.
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Un monje sorbe
su té, en silencio; flores
de crisantemo.
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Bato mis palmas.
Con el eco, el ocaso.
Luna de estío.
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Bajo este techo,
juntos, duermen rameras,
la luna, el trébol.
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Sol invernal.
Montada en el caballo
mi sombra, helada.
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Pila de poros.
Blanco recién lavado.
¡Cuánto frío hace!
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¿Por qué este otoño
he envejecido tanto?
Vuela alto un pájaro.
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De viaje, enfermo.
Mis sueños errabundos
sobre un erial.
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Ante un mechón de pelo de su madre muerta
¿Debo tomarlo?
Se abrasará en mis lágrimas.
Niebla de otoño.
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