Mahmud Darwish

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Salmos - Mahmud Darwish

1

Amarte o no amarte.

Me alejo, dejando tras de mí direcciones susceptibles de

perderse, y espero a los que regresan; ellos conocen

las horas de visita de mi muerte, y vienen.

Tú eres esa a la que no amo cuando te amo. Las murallas de

Babilonia se estrechan por el día, tus ojos se agrandan

y tu rostro resplandece al sol.

Es como si no hubieras nacido, no nos hubiéramos

separado y no me hubieras derribado.

En la cubierta de la tempestad cada palabra es bella

y cada encuentro es despedida.

No hay nada entre nosotros salvo este encuentro,

nada salvo esta despedida.

Amarte o no amarte.

Mi frente huye de mí, y siento que no eres nada

o lo eres todo, y que puedo perderte.

Quererte o no quererte.

El murmullo de los arroyos me quema la sangre.

El día que te vea partiré.

He intentado recuperar la amistad de las cosas

perdidas: lo he logrado.

Me he ufanado de ojos capaces de contener todos los otoños.

He intentado, y lo intento, dibujar en torno a tu cintura

un nombre adecuado para un olivo pero

ha nacido un astro.

Te quiero cuando digo que no te quiero.

Mi rostro se cae, un río lejano disuelve mi

cuerpo, y en el zoco venden mi sangre como

sopa de sobre.

Te quiero cuando digo que te quiero,

mujer que ha posado las playas del Mediterráneo en

su regazo, los jardines de Asia en sus

hombros y todas las cadenas en su corazón.

Quererte o no quererte.

El murmullo de los arroyos, el susurro de los

pinos, el rugido de los mares y las plumas del ruiseñor

me queman la sangre.

El día que te vea, partiré.

Cantarte o no cantarte.

Me callo, grito. No hay un momento para gritar o

para callar. Tú eres mi único grito. Tú eres

mi único silencio.

Mi piel penetra en mi garganta. Bajo mi

ventana el viento pasa uniformado y

la oscuridad llega de improviso. Cuando los soldados

abandonen mis manos

escribiré algo,

cuando los soldados dejen mis pies

caminaré un poco

y cuando los soldados se aparten de mi vista

te veré y me veré de nuevo.

Cantarte o no cantarte.

Tú eres la única canción. Me cantas si estoy

en silencio. Tú eres el único silencio.

2

Ahora

me siento seco

cual árbol en un libro

y el viento es algo pasajero.

¿Luchar o no luchar?

Esa no es la pregunta.

Lo importante es que mi garganta sea fuerte.

¿Trabajar o no trabajar?

Esa no es la pregunta.

Lo importante es descansar ocho días a la semana

según el horario palestino.

¡Oh patria que se repite en canciones y masacres!

Guíame a la fuente de la muerte.

¿Es el puñal o la mentira?

Para recordar que tengo un techo perdido

debo sentarme al aire libre.

Para no olvidar el aire puro de mi país

tengo que respirar tuberculosis,

para recordar la gacela nadando en blancura

tengo que ser prisionero de los recuerdos,

para no olvidar que mis montañas son altas

tengo que soltar la tempestad de mi frente

y para salvaguardar la propiedad de mi lejano cielo

es necesario que no posea ni mi piel.

¡Oh patria que se repite en masacres y canciones!

¿Por qué te paso de contrabando de aeropuerto

en aeropuerto, como el opio,

como tinta invisible

o un transmisor?

Quiero dibujar tu forma,

esparcida entre expedientes y sorpresas.

Quiero dibujar tu forma,

volando en metralla y alas de pájaros.

Quiero dibujar tu forma

pero el cielo me rapta la mano.

Quiero dibujar tu forma,

asediada entre el viento y el puñal.

Quiero dibujar tu forma

para encontrar mi forma en ti:

me acusan de ser abstracto y falsificar

documentos y fotografías,

asediada entre el puñal y el viento.

¡Oh patria que se repite en canciones y masacres!

Te conviertes en un sueño y robas el asombro

dejándome petrificado.

Tal vez seas más bella como sueño,

tal vez seas más bella.

No queda en la historia de los árabes

ningún nombre para prestarte,

para escalar con él a tu ventana secreta.

Todos los nombres clandestinos están confiscados

en las oficinas de reclutamiento con aire acondicionado.

¿Aceptas mi nombre,

mi único nombre clandestino:

Mahmud Darwish?

El nombre original

me lo arrancaron de la carne

los látigos de la policía y los pinos del Carmelo.

¡Oh patria que se repite en masacres y canciones!

Guíame a la fuente de la muerte.

¿Es el puñal

o la mentira?

3

Cuando mis palabras eran tierra

fui amigo de las espigas.

Cuando mis palabras eran ira

fui amigo de las cadenas.

Cuando mis palabras eran piedra

fui amigo de los arroyos.

Cuando mis palabras eran revolución

fui amigo de los terremotos.

Cuando mis palabras eran coloquíntida

fui amigo del optimista

y cuando mis palabras se tornaron miel

las moscas cubrieron mis labios.

4

Dejé mi rostro en el pañuelo de mi madre

y me marché

llevando las montañas en el recuerdo.

La ciudad destruyó sus puertas

y proliferaron sobre la cubierta de los barcos

como prolifera el verdor en los jardines lejanos.

Me apoyo en el viento

¡irrompible estatura!

¿Por qué vacilar, si tú eres mi muro?

La distancia me golpea

como la fría muerte golpea el rostro de los enamorados.

y al acercarme a los salmos

mi fragilidad se acrecienta.

¡Oh pasillos llenos de vacío!

¿Cuándo llegaré?

Bienaventurado el que se envuelve en su piel.

Bienaventurado el que recuerda su nombre original sin error.

Bienaventurado el que se come una manzana sin convertirse en árbol.

Bienaventurado el que bebe de las aguas de los ríos

lejanos sin convertirse en nube.

Bienaventurada la roca que ama su esclavitud

y no elige la libertad del viento.

8

Una interminable agonía

me transporta a una calle en los barrios

de mi infancia,

me introduce en casas,

corazones

y espigas.

Me concede una identidad

que torna en controversia

esta larga agonía.

Me consideraron muerto

y redimieron el crimen con canciones.

Pasaron sin pronunciar mi nombre,

enterraron mi cadáver en expedientes y

golpes de Estado y se alejaron.

(El país con el que soñaba seguirá siendo

el país con el que soñaba).

Fue una vida breve

y una muerte larga.

Me levanté un momento

y escribí el nombre de mi tierra en mi cadáver

y en un rifle.

Dije: uno es mi camino

y el otro mi guía

a las ciudades costeras.

Y al moverme

me mataron.

Enterraron mi cadáver en expedientes y

golpes de Estado y se alejaron.

(El país con el que soñaba seguirá siendo

el país con el que soñaba).

En mi interminable agonía

soy el señor de la tristeza

y las lágrimas de cada chica árabe enamorada.

Cantores y predicadores en torno a mí

proliferan, y de mi cadáver brotan

poesía y líderes.

Todos los alcahuetes de la lengua popular

aplauden

aplauden

y aplauden.

Viva esta interminable agonía.

Una interminable agonía

me transporta a una calle en los barrios

de mi infancia,

me introduce en casas, corazones y espigas.

Me torna en controversia

y me concede una identidad

y un legado de cadenas.

9

Me preparo para estallar

al borde de un sueño

como los pozos secos se preparan

para la inundación.

Me preparo para partir

al borde de un sueño

como se prepara la piedra

en las profundidades de las minas abandonadas.

Me preparo para morir

al borde de un sueño

como el mártir se prepara para morir

de nuevo.

Me preparo para gritar

al borde de la verdad

como el volcán se prepara

para la erupción.

12

Dibujemos Jerusalén:

un dios se desnuda sobre una línea verde oscura,

formas semejantes a pájaros emigran, una cruz

se detiene en la calle de atrás.

Algo semejante a albaricoques y asombro surge

detrás de los puentes

y un espacio amplio se extiende desde los genitales

de un soldado a la historia del poeta.

Escribamos Jerusalén:

La capital de falsas esperanzas, combatientes que

huyen y estrellas ausentes.

Extrañas palabras se mezclan en las callejuelas

y los besos antiguos abandonan los labios de los

cantantes y los vendedores ambulantes.

Un muro nuevo se levanta para un nuevo deseo,

Troya reúne a los cautivos y la elocuente roca

no pronuncia ni una palabra en contra.

Bienaventurado quien aborta el fuego en un rayo.

Cantemos a Jerusalén:

Niños de Babilonia,

descendientes de cadenas,

volveréis a Jerusalén dentro de poco,

dentro de poco creceréis

y cosecharéis el trigo del recuerdo del pasado.

Dentro de poco las lágrimas se tornarán espigas.

Niños de Babilonia,

volveréis a Jerusalén

dentro

de

poco.

Aleluya.


 Traducción del árabe:María Luisa Prieto