No te he visto llegar hasta la dicha

Primero, estabas en mi sueño,

Pero no te veía, aún

Después

Despierto ya, el sueño fuiste tú,

Distante de mi sueño.

¡Sueño de nada, sueño de aire eras,

De carne y luz después, tan verdadero!

Porque un día vinieron las manos,

Solamente las manos; u otro día

Los ojos solamente.

Para que yo mirara otros paisajes.

Y el llanto negro, y la risa blanca.

Y los hombres inverosímiles.

Y el cabello corriendo

Hasta el centro del mundo.

Y el sueño fue mirando hacia la vida

Hasta que tuvo tu cintura.

¡Viniste sí, viniste probablemente

Dándome tu hermosura poco a poco!

Y no te conocí, yo que te había cantado

Largamente en un sueño.

Es que tenías otro resplandor:

Había atardecido en tu mirada.

Viniste, sí, llegaste pobremente

Hasta el patio del sueño de la vida

Cambiándote siempre por lo último tuyo,

Por eso que mañana no serás.

Ahora te canto para conocerte,

Mirarte entera de una sola vez.

Debo soñarte ya para tenerte,

Porque nunca te he visto desde entonces,

Desde que me citaste para el mundo

Y salimos del sueño hacia la vida.

Debo soñarte lo que ya no tienes,

Lo que nunca tuviste cuando viva,

Viviendo en tu y en mí:

Amarte en sueños y reconocerte

Encontrada y amada solo en sombras.