Amelia Biagioni

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Poema de octubre -  Amelia Biagioni

Cuando desde mi nuca vuelvo al cuarto -que a veces

me repite por todos los hoteles del mundo-,

el espejo se mira, narciso de su historia,

que acumula con suave, pavorosa memoria;

la mesa da un gemido de bosque moribundo;

y el agua de mi vaso cuida lejanos peces.

De pronto se alzan noches de llama con rocío,

esa mujer soltó su muerte agazapada,

un gris viajante cuelga su sombra en el ropero,

se volcó en esta silla un dolor verdadero,

hay nudos y relámpagos de piel desesperada,

un viejo calculaba, cuando llegó su frío...

Y canto. Los fugaces de este cuarto de hotel

dejaron, sin saberlo, su trance aquí; de suerte

que yo, la socavada, sueno de su rumor.

Dame tu colección, denso espejo: el amor,

la esperanza, el fracaso, el instinto, la muerte...

Toma, en cambio, una gota de mi agonía fiel.




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